Quien fue Howard Hughes, Howard Hughes fue un industrial, aviador y productor cinematográfico estadounidense. La enorme riqueza, el intelecto y los logros de Hughes, combinados con su muy publicitada vida solitaria en sus últimos años, lo convirtieron en uno de los hombres más famosos de mediados del siglo XX. El interés en Hughes se renovó con el estreno en 2004 de El aviador, una película basada en su vida, dirigida por Martin Scorsese y protagonizada por Leonardo DiCaprio en el papel principal.
Sí quieres saber cómo se llama la enfermedad de Howard Hughes y como se desarrolló, quédate hasta el final.
Nacido en Houston, Texas, el 24 de diciembre de 1905, Hughes era el único hijo de Howard Robard Hughes, Sr., y su esposa, Allene Gano Hughes. Creció en medio de una gran riqueza y privilegios debido al exitoso negocio de su padre, Hughes Tool Company. La empresa se fundó a principios del siglo XX, después de que su padre y un socio recibieran patentes para una revolucionaria broca para perforación petrolera.
Cuando era niño, Hughes mostró grandes aptitudes para la ingeniería. A los 11 años, construyó el primer equipo de transmisión inalámbrica de Houston, un sistema de comunicaciones que utilizaba ondas de radio para transmitir señales y mensajes a distancia. Tomó sus primeras lecciones de vuelo a los 14 años, estableciendo su amor por el vuelo de toda la vida.

Cuando tenía 16 años, la madre de Hughes murió, debido a las complicaciones de un embarazo ectópico. Este hecho marcó profundamente a Howard. Nunca conseguiría deshacerse de un permanente estado de melancolía causado por la pérdida de su sobreprotectora madre.
Poco después, su padre lo llevó a Hollywood, California, y lo introdujo en el mundo del espectáculo. Hughes decidió entonces que quería dedicarse a la industria del cine.
Menos de dos años más tarde, en enero de 1924, a la edad de 18 años, su padre falleció de un ataque al corazón. Howard quedó muy afectado al perder a sus padres siendo él tan joven. Sus muertes, y sus propias fobias, impulsaron a Hughes a crear en los años 50 un laboratorio de investigación médica, sin ánimo de lucro.
Por voluntad de su padre, Howard heredó el 75% de su multimillonaria fortuna, que además incluía las cantidades generadas por la perforación de yacimientos de petróleo. Poco después de la muerte de su padre, ingresó en el Rice Institute of Technology de Houston. Antes había estado en el California Institute of Technology, en Pasadena, donde no obtuvo ningún diploma.
En 1924 abandonó el Rice Institute y en junio de 1925 se casó con Ella Rice. Juntos abandonaron Houston y se trasladaron a Hollywood donde Howard esperaba producir películas. Muy pronto, el matrimonio entró en crisis, por las duras condiciones de vida doméstica que Howard imponía a su esposa, entre otros motivos.
Para el millonario Hughes, el dinero era un medio para comprar lo que no podía obtener por sus propios méritos personales. Suyas son las famosas frases que lo retratan en este aspecto: «Puedo comprar a todos los hombres del mundo» y «Todo el mundo tiene su precio».
Hughes gastaba enormes cifras en regalos deslumbrantes para sus amantes, en lujosas fiestas, y en sobornos varios. Así lograba comprar voluntades y cuerpos. También derrochaba grandes sumas en proyectos y empresas de dudosa rentabilidad. No había ninguna persona en su ámbito que fuera capaz de hacer frente a su dominante personalidad, excepto tal vez su contable Noah Dietrich.

El 11 de julio de 1936, a la edad de 30 años, Hughes atropelló con su coche a un peatón llamado Gabriel Meyer, en Los Ángeles, matándolo. En el hospital donde le atendieron, un médico tomó nota de que parecía haber bebido alcohol. Fue detenido y acusado de «sospecha de homicidio negligente». Un testigo declaró a la policía haber visto circular el automóvil de Hughes de forma errática y a gran velocidad. Declaró que, antes del accidente, el peatón se encontraba quieto en la zona segura de una parada de tranvía. Pero más tarde, durante la investigación, el testigo se retractó de todo lo dicho y apoyó la versión de Howard, según la cual conducía despacio cuando un peatón se abalanzó frente a su vehículo sin que pudiera esquivarlo. El Fiscal de Distrito recomendó que Hughes fuera eximido de cualquier responsabilidad en el caso.
Por otro lado, su astucia y su falta de escrúpulos como hombre de negocios quedan claras al ver cómo conseguía evitar los impuestos mediante resquicios legales. En los primeros años de su compañía aeronáutica Hughes Aircraft (fundada en 1932), intentó sin éxito trasladar la empresa de California a Nevada, donde los impuestos eran más bajos. Al final, en 1953, donó todos sus activos a su propio instituto de investigación médica (el Instituto Médico Howard Hughes), entidad exenta del pago de impuestos.
Aunque vivió en su propio hogar en California durante muchos años, en un momento dado se dio cuenta de que podía vivir en hoteles, para no tener que declarar al fisco por su residencia. Poco después, la ley cambió, por lo que cualquier persona que estuviera al menos 180 días residiendo en un estado cualquiera, debía pagar impuestos por ello. Entonces, Hughes decidió ir cambiando de hotel y de estado. Cuando tras su muerte, los estados de California y Texas trataron de cobrar los impuestos relativos a su herencia, no pudieron probar que hubiera sido residente legal en ninguno de los dos territorios.
Además, los directivos de sus empresas no percibían grandes sueldos mientras estuvieran en el cargo. Demasiados impuestos. Su plan consistía en que una vez dejaran la compañía, Hughes hacía declaraciones públicas críticas y ofensivas hacia ellos. Y entonces debían demandarle judicialmente por difamación. Por supuesto, el magnate perdía los juicios y les pagaba de ese modo los millones que les debía, ahorrándose otros tantos. Así pasó con Noah Dietrich y Robert Maheu (cuya indemnización fue de 2.2 millones de dólares), entre otros.
Durante toda su vida Howard Hughes fue un entusiasta de la aviación, fue un intrépido piloto y un gran industrial del sector. Además, su indiscutible inteligencia y su interés por la aviación y la mecánica le permitió convertirse en ingeniero aeronáutico de forma autodidacta, dominando profundos y amplios aspectos en la construcción y diseño de aeronaves.
Fundó la compañía Hughes Aircraft y fijó récords mundiales pilotando sus aviones. Su máquina tecnológicamente más relevante fue el Hughes H-1 Racer. El 13 de septiembre de 1935, volando el H-1, alcanzó los 566 km/h batiendo el anterior récord de velocidad aérea de 515 km/h, cerca de Santa Ana, California.
Un año y medio más tarde, con un H-1 rediseñado, consiguió batir su propio récord transcontinental de velocidad aérea, al volar sin escalas desde Burbank, Los Ángeles hasta Newark, Nueva Jersey en 7 h, 28 min y 25 s. Su velocidad media fue de 518 km/h.
El H-1 mostró un importante número de innovaciones en su diseño. Contaba con un tren de aterrizaje retractable, y todos los remaches y empalmes fueron fijados a ras en el cuerpo del aeroplano, para reducir la fricción cinética y ganar velocidad. El H-1 influenció el diseño de algunos aeroplanos de la Segunda Guerra Mundial, como el Mitsubishi A6M, el Focke-Wulf Fw 190, y el F6F Hellcat. El H-1 fue donado a la Institución Smithsonian en 1975, y se exhibe en su Museo Nacional del Aire y el Espacio, en Washington D. C.

El 14 de julio de 1938 Hughes estableció una nueva marca al completar un vuelo alrededor del mundo en 3 días, 9 horas y 17 minutos, batiendo la anterior por más de cuatro días. Para este vuelo no utilizó ninguno de sus aeroplanos, sino el Lockheed Model 14 Super Electra, dotado de radio y equipos de última tecnología (acompañado por una tripulación de cuatro hombres). Hughes pretendía que aquella hazaña fuese una gran victoria tecnológica, para demostrar así que los viajes aéreos de larga distancia podían ser completamente seguros.
El joven magnate recibió muchos premios como piloto, como el Harmon Trophy (en 1937, por establecer el nuevo récord Burbank-Newark14 y, de nuevo, en 1938, por el récord de vuelo alrededor del mundo), el Collier Trophy (en 1938 también), y el Octave Chanute Award (en 1940). En 1939, fue galardonado con la Medalla de Oro del Congreso «en reconocimiento a los logros de Howard Hughes en hacer avanzar la ciencia de la aviación, y así conseguir un gran reconocimiento hacia este país en todo el mundo». Sin embargo, según el New York Times, Hughes no se molestó en acudir a Washington a recoger la Medalla. Finalmente, el presidente Franklin D. Roosevelt se la envió por correo.
El 7 de julio de 1946, Hughes sufrió un grave accidente en Los Ángeles cuando efectuaba el primer vuelo de prueba experimental del avión espía XF-11, que construía para el Ejército de los Estados Unidos. La prueba transcurrió normalmente, sin embargo a los 105 minutos de haber despegado y preparándose para retornar, una imperceptible pérdida de aceite en el motor derecho hizo que disminuyera la presión que es necesaria para controlar el paso de las hélices, haciendo que estas revirtieran su ángulo de ataque. Esto hizo que el motor tirara fuertemente hacia atrás, descompensando el avión y llevándolo a perder altitud rápidamente.
Hughes trató de aterrizar el aparato en el campo de golf de Los Angeles Country Club, en Beverly Hills, pero no lo consiguió. El XF-11 impactó contra tres casas, y sus depósitos de combustible explotaron. Hughes, muy malherido, logró salir de la cabina, pero sufriendo graves quemaduras, al estar ardiendo el propio avión y los alrededores. Fue auxiliado por el sargento primero del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos, William L. Durkin, que se encontraba en la zona. Sufrió lesiones internas, múltiples fracturas (la clavícula, todas las costillas, entre otras) y quemaduras de tercer grado por todo el cuerpo. Tuvo secuelas el resto de su vida. A partir de entonces, un bigote taparía las cicatrices de su labio superior.
Esta situación, difícil de controlar, fue analizada días después del accidente, por lo que el accidente no puede catalogarse como fallo humano sino como fallo mecánico.
Su proyecto más famoso quizás fue el H-4 Hércules. Al construir este gigantesco hidroavión, Hughes batió un récord más: creó el avión de mayor envergadura construido hasta la fecha. Debido a las restricciones sobre el uso de aluminio y acero, fue construido casi por completo de madera de abedul, aunque la prensa lo apodó el Spruce Goose («ganso de abeto»). Estaba ideado para usarlo en la Segunda Guerra Mundial para transportar gran cantidad de tropas y equipo a través del Atlántico, evitando así las gravísimas pérdidas que ocasionaban los submarinos alemanes. Pero la propia magnitud y complejidad del proyecto impidieron que fuera terminado a tiempo, en efecto, el H-4 tenía un avance del 60 % cuando terminó la guerra y también su utilidad.
El Hércules suscitó gran controversia, y la prensa acusó a Howard de falta de criterio y de despilfarrar el erario. Se llegó a dudar que algún día consiguiera siquiera construir semejante aeronave. Debido a su espectacular tamaño (pesaba 193 toneladas), sólo se pudo construir un aparato. Ante el debate público surgido en torno a su viabilidad, Hughes declaró que si no lograba hacerlo volar, abandonaría el país para no volver.
En 1947 tuvo que comparecer ante el Comité de Investigación de la Guerra del Congreso, para explicar los motivos por los que no había cumplido con los plazos del contrato. Hughes se defendió con vehemencia y notable inteligencia, y el comité se disolvió sin siquiera redactar un informe final. Una vez más, Hughes se salió con la suya, e hizo volar el gigantesco hidroavión el 2 de noviembre de 1947, en Long Beach, California, ante una gran multitud. No obstante, el Hércules tan sólo se elevó 30 metros sobre el agua durante una milla (1,6 kilómetros), con el propio Hughes a los mandos, alcanzando unos 130 km/h. No volvería a volar nuevamente.

Más tarde, declaró que lo hizo sólo para demostrar ante el Congreso y la opinión pública que el dinero de los contribuyentes había sido gastado correctamente. Estuvo bajo los focos de los medios de comunicación (fue portada de la revista TIME el 19 de julio de 1948). Actualmente, el Spruce Goose se encuentra en el Evergreen Aviation Museum, en McMinnville, Oregón.
El éxito de la empresa de herramientas de su padre le permitió a Hughes financiar sus propias películas. A pesar del escepticismo inicial de los conocedores de Hollywood, Hughes produjo aproximadamente 40 películas entre 1926 y 1957. Algunas de sus películas más aclamadas incluyen Hell’s Angels (1930) con Jean Harlow, The Front Page (1931) con Pat O’Brien y Adolphe Menjou, y Caracortada (1932), protagonizada por Paul Muni. También dirigió el estudio cinematográfico RKO Pictures Corporation de 1948 a 1957.
A finales de 1950 Howard Hughes había desarrollado ya claros síntomas debilitantes de trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). El que fuera uno de los hombres más vistos de América, ahora desaparecía totalmente de la vida pública, aunque los tabloides continuaron informando sobre su comportamiento y paradero.
El 12 de enero de 1957, Hughes se casó con Jean Peters, a la que había conocido hacía varios años. Su segundo matrimonio fue también tormentoso, debido a sus cada vez más obsesivas manías y a su tendencia a recluirse. De hecho, llegó un momento a partir del cual solo contactaba con su esposa por teléfono. En varias ocasiones, los medios publicaron que estaba en fase terminal, mentalmente inestable, e incluso muerto.
Hughes había sido obsesivo-compulsivo durante toda su vida. En los años 30, los amigos cercanos divulgaron su obsesión por el tamaño de los guisantes (uno de sus alimentos preferidos), y que incluso utilizaba una bifurcación especial para clasificarlos por tamaño antes de consumirlos.
Hacia el final de su vida, su círculo administrativo íntimo se componía en gran parte de mormones ya que él los consideraba de confianza, porque no podían beber alcohol y por el valor agregado de ser moralmente honestos.
El 5 de abril de 1976, a la edad de 70 años, completamente autorrecluido en una suite de un prestigioso hotel de Acapulco, Hughes agoniza. Toman un avión hacia el Hospital Metodista de Houston, pero nada se puede hacer ya por él. Se cree que pudo haber fallecido en pleno vuelo, o incluso antes de salir de México. Ya en Houston, los médicos pudieron ver un cuerpo de aspecto muy envejecido y muy delgado, con una larga barba y con las uñas muy crecidas. A causa de su reclusión, el FBI tuvo que identificarle con sus huellas dactilares.
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“Confía en los recursos que tienes, tanto físicos como espirituales, pues recuerda que tu sueño es más grande que todas tus habilidades y capacidades.” Howard Robard Hughes, Jr.


